Me parece interesante hablar de bibliografía sobre este tema, que en principio parece un juego, pero cuando más te centras en él te das cuenta de que se trata de un movimiento cultural antisistema. No solo eso, si no que se trata ya de un trabajo, igual que hay publicistas hay contrapublicistas. Por eso voy a destacar el libro de Kalle Lasn, el fundador de adbuster, tan comentada ya en este blog: “Sabotaje cultural: manual de Uso”.
En él se dice que: “ Estados Unidos ya no es un país, sino una marca. Las empresas multinacionales han conseguido imponerse en un sistema legal que ya sólo existe para facilitar sus operaciones. Desde esta posición de dominio absoluto, las corporaciones se han lanzado al proyecto no sólo de controlar el poder y el dinero, sino las mentes de todos. A través de una publicidad que ya no vende productos, sino estilos de vida, y que se reproduce en todos los rincones de nuestra existencia, las multinacionales pretenden ocupar nuestro espacio mental hasta el punto de que ya no tengamos capacidad de decisión autónoma”.
Así Adbusters inició una campaña para “denunciar la contaminación de nuestro espacio mental , utilizando para ello el sabotaje cultural, la contrapublicidad.”
El libro permite conocer a fondo los orígenes y las propuestas concretas de uno de los grupos contrapublicitarios más influyentes. Que puede dar ideas para hacerlas nosotros.
Lasn habla de la sociedad americana y dice que esta dominada por las compañías y los mass media donde individuo se refugia en los mundos virtuales que la tecnología y el consumo le proporcionan, un país/marca en el que las multinacionales deciden por los ciudadanos qué y dónde comer, cómo vestirse, qué pensar (o cómo dejar de pensar), y cuándo y por qué sentirse supuestamente felices.
En el libro de habla de lo que el autor llama pérdida de infodiversidad que se trata del agrupamiento de medios de información en trusts mediáticos propiedad de una sola persona o familia, así como el control del mundo editorial, musical y la producción cinematográfica por parte de algunas megacompañías, con el consiguiente detrimento de la calidad de la información y de la diversidad de la cultura. Según Lasn, la responsabilidad de esta situación la tiene la (in)cultura del consumo instigada por las grandes multinacionales a través de la publicidad, tanto directa como indirecta. El libro nos dice que no es obligatoria resignarese y que podemos liberaremos de su influencia estupidizadora a través de la autodefensa psíquica, la rebelión, la subversión y la rebeldía innata que todos poseemos. Lasn confía en la compra de tiempo de emisión en cadenas televisivas para emitir contranuncios o la modificación de vallas publicitarias, en fin contrapublicidad.
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